-O la irreconciliable sonrisa de Indiana-
Terminó la película y exclamé con entusiasmo:
-Qué bueno Harrison Ford, está distinto, convincente, alejado de su propia caricatura… ¿no te parece?
Ella me contestó que no. Primero así de seco y después añadiendo sucinta explicación:
-A mí la peli me ha gustado pero Harrison Ford sigue siendo Indiana Jones y sigue usando la sonrisa de Indiana Jones, eso es así y no hay quien lo cambie.
-Venga ya –respondí- solo la ha usado un poquito en las primeras tomas, y ha sido casi como si se le hubiese escapado, como si no pudiera evitarlo. El tipo está bien en el papel –insistí.
-Yo dejaría la peli tal cual y cambiaría al actor –remató- así no funciona, no me lo creo.
Entonces me enfadé –es una forma de hablar- no tanto por mí mismo como por Harrison y por Indiana y por Han Solo, y le dije que perfecto pero el que escribe la reseña soy yo, y yo tengo mi criterio, coño, -eso no lo dije pero le da carácter a lo que dije, que es una de las ventajas de escribir- e Indiana Jones está más que digno en 42, punto.
Entonces ella dijo que le parecía fenomenal, que me quedara con mi criterio, mi reseña y mi punto y se fue a la cama haciendo como si le importara un comino esto que escribo y canturreando Indiana, Indiana, me tienes hasta la banana…
Y una vez llegados –dramáticamente- a este momento, sostengo que la interpretación de Harrison Ford mejora la obra. Una vez, o dos como mucho, se deja ver la clásica sonrisa Indiana Jones pero breve, inicial y sutilmente. Luego Ford se toma en serio el trabajo y resulta convincente, aprovecha un guión que le ofrece varios diálogos poderosos, y creo que ayuda a desarrollar la épica propia de una peli sobre racismo y sobre deporte, esa combinación tan americana.
Se puede añadir a favor de la película que consigue –no hay muchas que puedan decir lo mismo- presentar el beisbol sin narcotizar al espectador, narrando lo que parece ser parte de la biografía del primer jugador negro en alcanzar la liga de beisbol más importante de EEUU, hasta entonces reservada a jugadores blancos.
Así que considero que la película esta bien interpretada, es muy ligerita en el tratamiento del tema de los derechos civiles en EEUU, muy americana en su ritmo y su optimismo y, como resultado de estos ingredientes, entretenida y agradable de ver, sin mayores logros, pero sin muchas más pretensiones y por tanto, equilibrada.
-¿Quieres un hombre que no tenga agallas para pelear? –pregunta iracundo el beisbolista negro Chadwick Boseman.
-No, quiero un hombre que tenga agallas para no pelear- responde el anciano ejecutivo de los Dodgers de Brooklyn, Harrison Ford, levantando sus cejas peludas.
Y yo me lo creí.
Trailer:
Que ni pintado:
«Indiana», versión en directo del tema de Hombres G incluido en el disco La cagaste… Burt lancaster, 1986.